David Montero culmina su trilogía auto-ficcional con ”El tiempo del hijo”. En esta ocasión, el dramaturgo parte de una experiencia biográfica de David Montero (el Alzheimer de su madre y su reciente muerte) y trata de darle a esa muerte y la enfermedad que la provocó un lugar en la escena, en la propia vida de Montero y, quizá, ayudar a que encuentre su lugar en la sociedad. La obra sigue ahondando en las señas de identidad que ha ido desarrollando en los últimos años: un lenguaje que se nutre de lo autobiográfico para trascenderlo, con la convicción de que los mecanismos psicológicos que funcionan en el interior de los grandes acontecimientos históricos (aparentemente increíbles e inhumanos) son los mismos que rigen las situaciones íntimas (absolutamente humanas y muy triviales). En piezas anteriores, Montero se había mostrado como turista de su propia vida, ex marido o padre fallido. En esta ocasión, comparece en el lugar que le deja la muerte de su madre: el de hijo ya para siempre. Por eso, igual que entonces se acompañaba de las personas reales vinculadas a las heridas que nombraba, en esta ocasión estará solo para nombrar una ausencia ya irreparable. Y, coherentemente con su forma de trabajar, abrirá hacia lo colectivo la experiencia individual: ¿ quién cuida de los enfermos de alzheimer, qué lugar ocupan esos cuidados en la sociedad ?