Otro estreno en España en el FIT de Cádiz. La directora de Vuela alto, María José Pizarro, repite con su compañía CTM en esta edición después de El Purgatorio. Ambas son propuestas muy diferentes, reflejos de la labor de una joven creadora que se arriesga. Este es un emprendimiento que siempre hemos valorado desde el festival y en el que este año queremos poner el acento: compañías que trabajan en la periferia de los circuitos oficiales, totalmente independientes, y que logran mantener una alta calidad durante años con los mismos componentes.

Lo que sí tienen en común las dos obras es esa perspectiva del teatro como instrumento crítico de la sociedad y el uso del monólogo como vía eficaz de transmisión de mensaje. En este espectáculo, sin embargo, lo hace usando distintos elementos de la tecnología, más alejados del formato clásico: el mapping y los universos sonoros. Pero no son recursos vacíos, sino un lenguaje que ensalza y matiza esta historia de homosexualidad en el mundo del narcotráfico que transcurre entre balazos y reggaetón.

En la obra, los amigos más cercanos despiden al «choro Maicol», un conocido traficante de Santiago de Chile asesinado en plena calle por una banda rival. A pocas cuadras del velorio, su amante de toda la vida (magnífico Luis Chávez), se pregunta si será prudente trasladarse hasta allá para darle su último adiós después de 12 años de relación escondida. El dormitorio desde donde hace estas reflexiones ha sido el refugio de los dos hombres, el espacio en el que se protegían de la violencia del exterior y de la homofobia. Quizás el único espacio de ternura para ambos.

María José Pizarro. Periodista, actriz, dramaturga y directora. En 2014 funda el colectivo teatral CTM (Cuerpo, Teatro y Multimedia), con el cual ha montado la mayoría de sus obras. Entre ellas destacan como dramaturga: Sé-Name (2014) y Desdémona (2015). Ya como directora y dramaturga, ha estrenado Soledad (2017), Justicia (2021), El maldito qlo (2023), Vuela alto (2023) y El Purgatorio (2024).